Todos leprosos | Hoja parroquial del 13 de octubre

DOMINGO XXVIII TIEMPO ORDINARIO: 2ª Re 5,14-17; Sal 97; 2ª Tim 2, 8-13; Lc 17, 11-19

«Jesús tomó la palabra y dijo: ´¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?`. Y le dijo: ´Levántate, vete: tu fe te ha salvado«

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Para la antigua ley, la lepra es una enfermedad contagiosa que hace al hombre impuro y lo separa, por ello, de la comunidad. En principio, es un signo y una manifestación del pecado. Con la lepra amenaza Yavé a su pueblo impuro e infiel. En ella el hombre puede contemplar y sentir su propio pecado interior. En este contexto bíblico hemos de entender los textos propuestos para este domingo. El hombre -todo hombre- tiene la piel de su espíritu cubierta por esta lepra, que lo hace impuro ante Dios y cierra el camino hacia la vida de la comunidad, le imposibilita para  la convivencia y para compartir el amor, la alegría y la gracia con los demás. Como un muerto en vida, el leproso arrastra su existencia en la soledad del desierto donde todo hombre está condenado a morir. El desierto es la muerte y la soledad.        Pero es aquí donde va a resaltar la benevolencia divina y el poder de Dios en el hombre. Naamán, el sirio, recobra la tersura y lozanía de su piel, después de padecer la lepra, por la acción benevolente y profética de Eliseo. Naamán experimenta en su propia carne la fuerza liberadora de Yavé al que se siente vivamente agradecido. Los demás dioses de su pueblo nada han podido hacer por él, sólo Yavé. Por eso se siente admirado y agradecido cantando su grandeza y su poder: no hay más Dios que Yavé.

            Jesús irá más lejos. Purificando a los leprosos y reintegrándolos a la comunidad, borra las fronteras legales de  lo puro e impuro, su fuerza liberadora hace de toda persona un hombre apto para la salvación y para el disfrute de los bienes de la gracia. El que tiene poder para curar la lepra tiene poder para librarnos del mal. El Reino de Dios está siempre presente en medio de nosotros porque todos los días podemos experimentar el perdón, la misericordia y el amor de Dios. Ahondando más, Cristo es presentado por Isaías como el gran leproso, el que cargó sobre su carne inocente toda la lepra, todo el pecado, del mundo. Renuncia a toda violencia y a toda condenación para llevar al hombre, asumiendo su dolor, su angustia y su pecado a fin de transformarlo en una carne y en un espíritu glorioso y resucitado. Esta es la Buena Noticia que Pablo, perseguido como malhechor y prisionero, nos anuncia: la salvación total del hombre se alcanza por Jesús. Conducido fuera de la ciudad como un leproso del pueblo, destruido en la Cruz del desprecio, el poder de Dios lo ha devuelto a la vida, a una vida nueva. Este Cristo permanece fiel hoy a la salvación del mundo, aunque el mundo y el hombre se vuelvan prevaricadores y apóstatas.

            La piel y el corazón de nuestra sociedad presenta muchos síntomas de lepra. Cada vez que experimentamos que somos incapaces de amarnos, de tolerarnos unos a otros, es un signo de que nuestro corazón está leproso. Cada vez que el hombre experimenta la soledad del abandono, la angustia y la muerte de la esperanza, sin duda sufre una lepra interior aguda. Cada vez que el hombre huy acosado por los hombres, está condenado a la lepra. Pero la benevolencia de Dios viene en nuestra ayuda ofreciéndonos en Jesucristo el camino único de salvación y liberación. La fe en la palabra y la acción potente de Dios serán capaces de sacarlo, renovado, de sus situaciones de muerte.

EL CAMPANARIO

MES MISIONERO EXTRAORDINARIO:

¿QUÉ PUEDO HACER YO?

El Papa Francisco quiere que todos los bautizados tomemos conciencia de, que por bautismo, todos somos llamados a la misión, a la dulce tarea de anunciar la alegría del Evangelio. Una Iglesia, una Diócesis, una Parroquia, una Comunidad que no evangeliza, que no lleva en su corazón y sus venas la pasión por la misión, por llevar el Evangelio a aquellos que no lo conocen, deviene una Iglesia avejentada, una Diócesis sin vida interior, una Parroquia como una agencia de servicio, una Comunidad si fuego. ¿Cómo motivar hoy un renovado impulso misionero entre nosotros? Dejándonos guiar, conducir y alentar por el Espíritu Santo. El Papa Francisco nos recordó en Evangelii gaudium  cuáles deben ser estas motivaciones: “Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que oran y trabajan. Desde el punto de vista de la evangelización, no sirven ni las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni los discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazón. Esas propuestas parciales y desintegradoras sólo llegan a grupos reducidos y no tienen fuerza de amplia penetración, porque mutilan el Evangelio. Siempre hace falta cultivar un espacio interior que otorgue sentido cristiano al compromiso y a la actividad. Sin momentos detenidos de adoración, de encuentro orante con la Palabra, de diálogo sincero con el Señor, las tareas fácilmente se vacían de sentido, nos debilitamos por el cansancio y las dificultades, y el fervor se apaga. La Iglesia necesita imperiosamente el pulmón de la oración, y me alegra enormemente que se multipliquen en todas las instituciones eclesiales los grupos de oración, de intercesión, de lectura orante de la Palabra, las adoraciones perpetuas de la Eucaristía. Al mismo tiempo, «se debe rechazar la tentación de una espiritualidad oculta e individualista, que poco tiene que ver con las exigencias de la caridad y con la lógica de la Encarnación». Existe el riesgo de que algunos momentos de oración se conviertan en excusa para no entregar la vida en la misión, porque la privatización del estilo de vida puede llevar a los cristianos a refugiarse en alguna falsa espiritualidad.

Es sano acordarse de los primeros cristianos y de tantos hermanos a lo largo de la historia que estuvieron cargados de alegría, llenos de coraje, incansables en el anuncio y capaces de una gran resistencia activa. Hay quienes se consuelan diciendo que hoy es más difícil; sin embargo, reconozcamos que las circunstancias del Imperio romano no eran favorables al anuncio del Evangelio, ni a la lucha por la justicia, ni a la defensa de la dignidad humana. En todos los momentos de la historia están presentes la debilidad humana, la búsqueda enfermiza de sí mismo, el egoísmo cómodo y, en definitiva, la concupiscencia que nos acecha a todos. Eso está siempre, con un ropaje o con otro; viene del límite humano más que de las circunstancias. Entonces, no digamos que hoy es más difícil; es distinto. Pero aprendamos de los santos que nos han precedido y enfrentaron las dificultades propias de su época. Para ello, os propongo que nos detengamos a recuperar algunas motivaciones que nos ayuden a imitarlos hoy[n. 262-263].

NOTICIAS DE NUESTRA PARROQUIA

  • * CATEQUESIS PARA ADULTOS: Son los Lunes y Jueves a las 20, 30h de la noche y están invitados todas las personas que no tienen fe o que son conscientes de que su fe es muy débil y también aquellos que quieran fortalecerla. ¡La fe viene por la predicación! Os invito a participar activamente con vuestra presencia.
  • * TALLER DE MAYORES: El Martes día 15 nos visitará Don Carlos López -sacerdote- para hablarnos de El camino misionero de Santa Teresa de Jesús: de 17 a 19h en el Catecumenium.
  •          * NUEVO SACERDOTE COLABORADOR: El Señor sigue bendiciéndonos con la presencia de nuevos sacerdotes. Tras la marcha del P. Jean Gregoire (Haití), este año contaremos con la colaboración del P. ANDRÉS (Guinea Ecuatorial) que viene a hacer sus estudios de Derecho Canónico en la Universidad Pontificia donde también están completando sus estudios el P. Pedro (Indonesia) y el P. Herizo (Madagascar). Los tres colaboran pastoralmente con nuestro Párroco. ¡Acojámoslo con cariño y hospitalidad! ¡Los tres son un regalo de Dios para nuestra Parroquia!

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