SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS: Ap 7, 2-4.9-14; Sal 23; 1ª Jn 3, 1-3; Mt 5, 1-12
«Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie, delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos” (Ap.7, 9).
HP-del-1-de-Noviembre-de-2020La Iglesia celebra hoy, en la Solemnidad de “Todos los Santos” a todos aquellos miembros de la Iglesia que vivieron su peregrinación en la tierra haciendo el bien, ajustando sus vidas al espíritu de las Bienaventuranzas de Jesús y que, una vez atravesada la muerte, viven ya en el Cielo y gozan eternamente de la presencia amorosa de la Santa Trinidad.
Son santos “anónimos” que no están canonizados pero que viven ya entronizados en la vida celeste, participan ya de la vida inmortal y eterna que Jesucristo ha ganado para sus discípulos con su Muerte y Resurrección. Son miembros de nuestras familias, amigos y conocidos, cristianos de “toda nación, razas, pueblos y lenguas”. Ante la pregunta de uno de los Ancianos que habitan en el Cielo: “Quienes son y de dónde han venido?” (Ap 7, 13), el visionario de la liturgia celestial, responde: “Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, dándole culto día y noche en su Santuario” (Ap 7, 14-15).
“Se les ha concedido vestirse de lino blanco deslumbrante de blancura – el lino son las buenas acciones de los santos” (Ap 19, 7); “Estos son los que no se mancharon con mujeres pues son vírgenes. Estos siguen al Cordero a donde quiera que vaya, y han sido rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero y en su boca no se encontró mentira: no tienen tacha” (Ap 14, 4). Sí, los santos, han sido y son hombres y mujeres sencillos que creyeron y vivieron conforme al espíritu de las Bienaventuranzas de Jesús: fueron pobres de espíritu y mansos de corazón; lloraron y pasaron hambre y sed por causa de la justicia de la Cruz que consiste en no resistirse al mal, y experimentaron aquí, la perfecta felicidad; fueron misericordiosos y limpios de corazón; trabajaron por la paz y fueron perseguidos por causa de su fidelidad al Evangelio; pasaron haciendo el bien y recibieron a cambio injurias y persecuciones…Y, sin embargo, sus nombres estaban escritos en el Reino de los Cielos y el testimonio de sus vidas ha sido confirmado con la plenitud de la gloria celestial.
“Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos como Salvador al Señor Jesucristo, el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas” (Flp 3, 20-21). Esto es lo que subraya la fiesta de hoy, nuestra meta: el Cielo; nuestra verdadera ciudadanía: la celeste; la virtud que nos empuja a mirar siempre hacia delante: la esperanza. Porque sabemos que “si hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual. En efecto, así es como dice la Escritura: Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida. Más no es lo espiritual lo que primero aparece, sino lo natural, luego, lo espiritual. El primer hombre, salido de la tierra, es terreno, el segundo, viene del cielo. Como el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como el celeste, así serán los celestes. Y del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos también la imagen del celeste” (1ª Cor 15, 44-49). ¡Alegrémonos! Caminemos con esperanza, en el Cielo, nos esperan, los santos.
DESDE EL CAMPANARIO
La comunión entre la Iglesia del cielo y la de la tierra
“954 Los tres estados de la Iglesia. «Hasta que el Señor venga en su esplendor con todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados, contemplando `claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es'» (LG 49):
Todos, sin embargo, aunque en grado y modo diversos, participamos en el mismo amor a Dios y al prójimo y cantamos en mismo himno de alabanza a nuestro Dios. En efecto, todos los de Cristo, que tienen su Espíritu, forman una misma Iglesia y están unidos entre sí en él (LG 49).
955 «La unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales» (LG 49).
956 La intercesión de los santos. «Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad…no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra… Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad» (LG 49): “No lloréis, os seré más útil después de mi muerte y os ayudaré más eficazmente que durante mi vida” (Santo Domingo, moribundo, a sus hermanos, cf. Jordán de Sajonia, lib 43).
“Pasaré mi cielo haciendo el bien sobre la tierra” (Santa Teresa del Niño Jesús, verba).
957 La comunión con los santos. «No veneramos el recuerdo de los del cielo tan sólo como modelos nuestros, sino, sobre todo, para que la unión de toda la Iglesia en el Espíritu se vea reforzada por la práctica del amor fraterno. En efecto, así como la unión entre los cristianos todavía en camino nos lleva más cerca de Cristo, así la comunión con los santos nos une a Cristo, del que mana, como de Fuente y Cabeza, toda la gracia y la vida del Pueblo de Dios» (LG 50): Nosotros adoramos a Cristo porque es el Hijo de Dios: en cuanto a los mártires, los amamos como discípulos e imitadores del Señor, y es justo, a causa de su devoción incomparable hacia su rey y maestro; que podamos nosotros, también nosotros, ser sus compañeros y sus condiscípulos (San Policarpo, mart. 17).
958. La comunión con los difuntos. «La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció por ellos oraciones `pues es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados’ (2 M 12, 45)» (LG 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor.
959 en la única familia de Dios. «Todos los hijos de Dios y miembros de una misma familia en Cristo, al unirnos en el amor mutuo y en la misma alabanza a la Santísima Trinidad, estamos respondiendo a la íntima vocación de la Iglesia» (LG 51)”. (cf. Catecismo de la Iglesia Católica).
NOTICIAS DE LAS PARROQUIAS
+ MISA DIARIA A LAS 19h.: Con motivo del HORARIO DE INVIERNO, la Eucaristía de la tarde en la Parroquia de Cristo Rey será a las 19h.
+ MISA POR LOS DIFUNTOS: En Cristo Rey el Lunes día 2 a las 12 y a las 19h; en Valdelosa el Miércoles y en Topas el Viernes, ambas a las 12h. Pediremos por todos los difuntos de las parroquias, muy especialmente, los fallecidos en este año.
+ SCRUTATIO SCRIPTURAE PARROQUAL: Todos los Miércoles de 17h a 18, 45h en el Catecumenium.
+ COLECTA DEL DOMUND: En la Parroquia de Valdelosa la colecta fue de 100 Euros y en la de Topas 173, 38 Euros. ¡Gracias por vuestra generosidad!
VALDELOSA: Domingo a las 11,45h y TOPAS: Jueves a las 17h Catequesis y el Domingo Eucaristía a las 13h.