«¡Convertíos!» | Hoja parroquial del 25 de octubre

DOMINGO XXX del Tiempo Ordinario | Ex 22, 20-26; Sal 17; 1Ts 1, 5c-10; Mt 22, 34-40

Ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos: cómo abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que os libra del castigo futuro” (1ªTes 1, 7-10).

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La Carta que el apóstol Pablo escribe a la comunidad cristiana de Tesalónica es el primer escrito “canónico” del Nuevo Testamento. Corría el año 53  y habían pasado ya 20 años desde la pasión-muerte y resurrección de Jesucristo. Durante este tiempo, la Iglesia apostólica, ha salido a todas partes, impulsada por el Espíritu Santo, a anunciar la BUENA NOTICIA: ¡Jesucristo está resucitado! ¡Jesús ha vencido la muerte! ¡Dios ha constituido Cristo y Kyrios ( = Señor) a su Hijo, por su victoria sobre el pecado y la muerte. Pablo es el gran misionero de Jesucristo entre los gentiles, tras su  conversión. El mismo Jesús Resucitado le ha dado el encargo de evangelizar: “Me he aparecido a ti para constituirte servidor y testigo tanto de las cosas que de mí has visto como de las que te manifestaré. Yo te libraré de tu pueblo y de los gentiles, a los cuales yo te envío, para que les abras los ojos; para que se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios; y para que reciban el perdón de los pecados y una parte en la herencia entre los santificados, mediante la fe en mí” (Hch 26, 16-18).

Cuadro de texto:  La llamada a la “conversión” es apremiante en labios de Jesús al iniciar su ministerio público: “Convertíos que ha llegado el Reino de los Cielos” (Mt 3,2). La METANOIA, etimológicamente significa cambio de mente, designa una renuncia al pecado, una penitencia. Este pesar, que mira hacia el pasado, va acompañado normalmente de una <<conversión>> (en griego EPISTREFEIN), por la que el hombre se vuelve hacia Dios e inicia una vida nueva. Penitencia y conversión son la condición necesaria para recibir la salvación que trae el Reino de Dios.

De este cambio de vida, ha sido testigo el apóstol Pablo en la comunidad cristiana de Tesalónica: “cómo os convertisteis a Dios, tras haber abandonado los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero” (1º Tes 1, 9b). El apóstol levanta acta de cómo por la <<conversión>> el hombre <<se vuelve>>, se da media vuelta espiritualmente. Para San Pablo los gentiles deben volver a Dios abandonando los “ídolos”: “os predicamos que abandonéis estas cosas vanas y os volváis al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra, el mar y cuanto hay en ellos” (Hch 14, 15). En la predicación paulina encontramos, frente al pluralismo religioso de su entorno, una firme declaración monoteísta de Dios en la que se contrapone el Dios verdadero a los falsos dioses, el Dios vivo a los ídolos inertes.

¿Qué son los ídolos? ¿Por qué hay que abandonarlos? Los ídolos son “diosecillos” que los humanos nos inventamos y a los que damos culto cuando ponemos en ellos el corazón. ¿Cuáles son nuestros ídolos hoy? El hombre lleva dentro una fábrica permanente para construir ídolos, el más adorado y deseado es el “dios – dinero”, pero hay más: las ideologías políticas, los afectos, las seguridades, etc. Todos estos ídolos no nos dan la vida ni la felicidad, pero tantas veces vivimos esclavizados por ellos. El salmista, frente a los ídolos, proclama e invita a poner la confianza sólo en Dios: “Nuestro Dios está en los cielos, todo cuanto le place lo realiza. Plata y oro son los ídolos, obra de mano de hombre. Tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen (…) Como ellos serán los que los hacen, cuantos en ellos pones su confianza” (Sal 115, 5-8).

DESDE EL CAMPANARIO

<<CREER HOY EN EL DIOS DE JESUCRISTO>>

 Los Obispos Vascos en su Carta Pastoral publicada en 1986, con motivo de la Cuaresma, describían con claridad meridiana el fenómeno que llamamos “idolatría”: “Tal vez la idolatría, afirmaban los obispos, sea hoy más preocupante que el ateísmo. F. Dostoievski nos recuerda que es imposible ser hombre y no inclinarse. Si a Dios rechaza, ante un ídolo se inclina”. En el corazón del  hombre los ídolos tienden siempre a ocupar el puesto de Dios. ¿No está sucediendo algo de esto en la sociedad en la que vivimos que parece haberse olvidado de Dios?

¿Qué son los ídolos? Cualquier persona, cualquier ideal, cualquier cosa, incluso la más irrelevante, puede convertirse en ídolo para el hombre. Pero en cualquier caso, la relación que instaura el hombre con sus ídolos es malsana.

El ídolo tiende a convertirse en valor absoluto que suscita una devoción total y exige que la vida entera se reorganice en torno a él. Todo lo demás, familia, amistad, ideales, salud, profesión… quedan subordinados a sus exigencias. En la medida en que crece su seducción despótica, el ídolo va esclavizando y destruyendo a sus víctimas. El ídolo nunca ofrece todo lo que promete. Es engañoso. Puede producir satisfacciones inmediatas. A la larga, sólo engendra o adhesiones crispadas o decepciones escépticas.

En suma, la IDOLATRÍA se opone frontalmente a la fe en Dios porque los ídolos suplantan a Dios, destruyen y esclavizan al hombre que es su imagen y niegan la autonomía del mundo que Dios quiere y garantiza.

¿Cuáles son nuestros ídolos? Los obispos, señalan, los más importantes: EL DINERO: “El dinero es para muchos símbolo del valor y del poder. El hombre puede si tiene poder económico”; EL SEXO: “Hoy el riesgo de la sexualidad no consiste en su reprensión sino en su banalización por parte de muchos que confunden modernidad con frivolidad”; EL PODER, “sea económico, político o religioso se presta igualmente a ser investido de la dignidad de un ídolo que invita a los hombres a <<ser como dioses>>”; LA PATRIA y EL PUEBLO son también nobles realidades que pueden ser exaltadas (y degradadas al mismo tiempo) a la categoría de ídolos”; LA RELIGIÓN, aunque parezca paradójico, puede llegar a ser un ídolo en la medida en que absolutizamos el conjunto de mediaciones necesarias (creencias, ritos, estructuras, leyes, comportamientos) para relacionarnos con Dios” (nnº 15-20).

            Tú y yo, también, tenemos ídolos a los que les pedimos la vida. Los ¿has descubierto?

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

El próximo Domingo día 1 de  Noviembre celebraremos la Solemnidad de todos los Santos y el Lunes 2 la Conmemoración de todos los difuntos. En estas dos celebraciones confesamos nuestra fe en la Resurrección de la carne y en la comunión eterna y santa que viviremos en el Cielo, en la Ciudad Santa de la Nueva Jerusalén con todos los bienaventurados que nos esperan allí.

La Iglesia celebra en la liturgia solemne de este día que el Cielo es la meta definitiva y última de la peregrinación del hombre que se abre a la voluntad de Dios sin reservas, con humildad y confianzacelebraremos lo que somos: ¡ciudadanos del Cielo! En él están – como afirma la visión del Apocalipsis- una multitud incontable de hombres y mujeres de toda lengua, raza, pueblo y nación. Muchos de ellos son miembros de nuestras familias (abuelos, padres, hermanos), amigos y conocidos que nos han precedido y adelantado en esta carrera hacia la eternidad. Así lo profesamos y cantamos en el Prefacio de la liturgia de esta solemnidad: «Porque hoy nos concedes celebrar la gloria de tu ciudad santa, la Jerusalén celeste, que es nuestra madre, donde eternamente te alaba la asamblea festiva de todos los Santos, nuestros hermanos. Hacia ella, aunque peregrinos en país extraño, nos encaminamos alegres, guiados por la fe y gozosos por la gloria de los mejores hijos de la Iglesia; en ellos encontramos ejemplo y ayuda para nuestra debilidad».

El próximo Domingo, al finalizar la Eucaristía, rezaremos, en la Iglesia, un “responso” por el eterno descanso de nuestros difuntos.

NOTICIAS DE LAS PARROQUIAS

+ COLECTA DEL DOMUND: El Domingo pasado, en la Parroquia de Cristo Rey, se recaudaron 577,00 Euros en la Colecta para las Misiones. ¡Gracias por vuestra generosidad!  

VALDELOSA: El Miércoles a las 12h Eucaristía y el Domingo a las 11,45h.

         + TOPAS: Jueves a las 17h Catequesis; Viernes a las 12h Eucaristía y el Domingo Eucaristía a las 13h.

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