Enseñar con autoridad | Hoja parroquial del 31 de enero

IVº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO:

Dt 18, 15-20; Sal 94; 1ª Cor 7, 32-35; Mc 1, 21-28

«Llegó Jesús a Cafarnaúm, y, cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad (…). ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo«

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El Reino y la salvación -palabras clave en la evangelización de Jesucristo- pueden ser recibidos por todo hombre, como gracia y misericordia; pero a la vez cada uno debe conquistarlos con la fuerza, «el reino de los cielos está en tensión y los esforzados lo arrebatan«, dice el Señor (Mt 11, 12; Lc 16,16)), con la fatiga y el sufrimiento, con una vida conforme al Evangelio, con la renuncia y la cruz, con el espíritu de las bienaventuranzas. Pero, ante todo, cada uno los consigue mediante un total cambio interior, que el Evangelio designa con el nombre de metanoia, una conversión radical, una transformación profunda de la mente y del corazón (Mt 4, 17).

Cristo llevó a cabo esta proclamación del reino de Dios, mediante la predicación infatigable de una palabra, de la que se dirá que no admite parangón con ninguna otra: «¿Qué es esto? Una doctrina nueva y revestida de autoridad» (Mc 1,27); «Todos le aprobaron, maravillados de las palabras llenas de gracia, que salían de su boca...» (Lc 4, 22); «Jamás hombre alguno habló como éste» (Jn 7,46). Sus palabras desvelan el secreto de Dios, su designio y su promesa, y por eso cambian el corazón del hombre y su destino.

Pero Él realiza también esta proclamación de la salvación por medio de innumerables signos que provocan estupor en las muchedumbres y que al mismo tiempo las arrastran hacia El para verlo, escucharlo y dejarse transformar por El: enfermos curados, agua convertida en vino, pan multiplicado, muertos que vuelven a la vida y, sobre todo, su propia resurrección. Y al centro de todo, el signo al que El atribuye una gran importancia: los pequeños, los pobres son evangelizados, se convierten en discípulos suyos, se reúnen «en su nombre» en la gran comunidad de los que creen en El. Porque el Jesús que declara: «Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades, porque para eso he sido enviado» (Lc 4, 43), es el mismo Jesús de quien Juan el Evangelista decía que había venido y debía morir «para reunir en uno todos los hijos de Dios, que están dispersos» (Jn 11, 52). Así termina su revelación, completándola y confirmándola, con la manifestación hecha de Sí mismo, con palabras y obras, con señales y milagros, y de manera particular con su muerte, su resurrección y el envío del Espíritu de Verdad.

Su enseñanza está hecha con la autoridad del amor que se hace «servicio» y entrega hasta el extremo (la muerte) para «enseñarnos» que es más grande el que más sirve, que es más importante el que se hace servidor de todos, que es más feliz quién más se da, que es más rico quien teniéndolo todo lo pone al servicio de todos. En Jesús, la enseñanza es su vida misma; enseñar es amar porque sólo quien ama de verdad, enseña con integridad. En el Cenáculo nos dejó su última «enseñanza»: sólo el amor que sirve, sana, cura, salva, redime…. La CRUZ es el libro de todas las enseñanzas, la lección suprema del AMOR.

El campanario

<<IGNORAR LAS ESCRITURAS ES IGNORAR A CRISTO>>

San Jerónimo

El Papa Francisco ha querido resaltar la importancia y la trascendencia de la Palabra de Dios para la vida de todo cristiano y de la Iglesia, al establecer el III Domingo del Tiempo Ordinario como un día “dedicado a la reflexión y divulgación de la Palabra de Dios” (cf. Carta Apostólica Aperuit illis, n. 3), pero no es posible circunscribirlo a un solo día, como el mismo Francisco reconoce al decir que “el día dedicado a la Biblia no ha de ser una sola vez al año, sino una vez para todo el año, porque nos urge la necesidad de tener familiaridad e intimidad con la Sagrada Escritura y con el Resucitado, que no cesa de partir la Palabra y el Pan en la comunidad de los creyentes. Para eso necesitamos entablar un constante trato de familiaridad con la Sagrada Escritura, si no el corazón queda frío y los ojos permanecen cerrados, afectados como estamos por innumerables formas de ceguera. Jesucristo llama a nuestra puerta a través de la Sagrada Escritura; si escuchamos y abrimos la puerta de la mente y del corazón, entonces entra en nuestra vida y se queda con nosotros” (n. 8c y d) y más adelante añade: “Quien se alimenta de la Palabra de Dios todos los días se convierte, como Jesús, en contemporáneo de las personas que encuentra; no tiene tentación de caer en nostalgias estériles por el pasado, ni en utopías desencarnadas hacia el futuro” (n. 11).

            A la luz de estas reflexiones del Papa Francisco, podemos preguntarnos en alta voz: ¿Qué relación tengo yo con la Sagrada Escritura? ¿Leo todos los días la Biblia? ¿Es la Palabra de Dios la que ilumina mi vida, cada día y me dejo transformar por ella o no leo la Biblia nunca y solo me alimento de las tres lecturas y el salmo que se proclaman cada domingo en la Misa? Si es así, nuestra fe está en “grave peligro de debilitarse, enfermar y morir. Decía un padre del desierto que el alma de un cristiano no puede estar más de tres días sin escuchar y alimentarse de la Palabra de Dios porque queda a merced de sus propios demonios. En el fondo, la causa de la “gran pandemia espiritual” que padecen tantos bautizados se encuentra aquí: han perdido el contacto con la Palabra de Dios y se encuentran des-nutridos, des-vitalizados y des-animados.       Hoy, es necesario “conectar a los bautizados a la Palabra de Dios” como el respirador a los enfermos contagiados del Covid 19, de no hacerlo así, en poco tiempo, la fe se habrá languidecido en sus vidas porque ha sido eliminada previamente de sus corazones. De ahí, la importancia de la CELEBRACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS, una vez a la semana, como una oferta pastoral de la Parroquia, así como también, iniciar en la experiencia de la Lectio Divina o Scrutatio Scripturae tal y como nos recomendó el Papa emérito Benedicto XVI en su Exhortación Apostólica Verbum Domini al decirnos que “los Padres sinodales han exhortado a todos los pastores a promover momentos de celebración de la Palabra en las comunidades a ellos confiadas: son ocasiones privilegiadas de encuentro con el Señor. Por eso, dicha práctica comportará grandes beneficios para los fieles, y se ha de considerar un elemento relevante de la pastoral litúrgica” (nº 65). En nuestra Parroquia, todos los Miércoles –de 16, 30h a 18,30h-, si quieres, puedes tener un encuentro con Jesús a través de su Palabra. ¡Ven y verás!

NOTICIAS DE NUESTRA PARROQUIA

+ CATEQUESIS Y CELEBRACIONES ON LINE: De momento y, hasta que no consigamos vencer el avance de la pandemia, debido, también a las “restricciones del aforo y del toque de queda”, nos hemos visto obligados a seguir con la normalidad de los encuentros semanales de catequesis, así como de las celebraciones por Comunidades, de forma telemática. Evidentemente no es lo que nos gusta pero, por ahora, y hasta que el panorama sanitario no mejore, debemos aceptar las limitaciones que esto supone y también valorar la oportunidad que nos ofrecen las plataformas digitales para mantener el contacto, poder vernos, escucharnos y celebrar y animarnos a permanecer firmes en la fe en este tiempo de prueba y tribulación. ¡Ánimo, seamos fieles y no desertemos de los grupos y asambleas!    

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