Tocar a Jesús | Hoja parroquial del 14 de febrero

VIº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO: Lv 13, 1-2; Sal 31; 1ª Cor 10,31-11,1; Mc 1, 40-45

«En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: –Si quieres, puedes limpiarme. Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: -Quiero: queda limpio. La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio».

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A la luz de la Palabra de Dios de hoy, todos, hemos de sentirnos «sucios», «leprosos», «pecadores». Sólo si tenemos la valentía de confesar, como el autor del Salmo 31, que somos pecadores, podemos ser perdonados, esta es su experiencia y debería ser, también, la nuestra: «había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: Confesaré al Señor mi culpa y tú perdonaste mi culpa y mi pecado«. ¡Qué difícil nos resulta descubrir que el pecado ensucia y hiere nuestra alma! ¡Qué indulgencia solemos practicar con nosotros mismos y qué implacables somos, normalmente, con los demás! ¡Cuánto nos cuesta pedir perdón a Dios y a los que hacemos daño! Sin embargo, lo que nos hace sufrir y experimentar, tantas veces, la angustia, la soledad y el vacío interior, no tiene otra raíz profunda, más que el pecado. Sí, el pecado nos esclaviza y nos mata, nos quita la presencia de Dios en el alma y nos separa de los hermanos, nos cerca con la muerte del ser y nos margina a vivir solos, fuera de la comunión con los hermanos y con la incomprensión de nosotros mismos; nos hace perder  -como los que padecen la enfermedad de la lepra- la sensibilidad para las cosas de Dios y para las causas humanas.

La «lepra» en tiempos de Jesús condenaba a los que la padecían  a experimentar la muerte en vida, los «leprosos» eran obligados a vivir fuera de las ciudades, marginados por los poderes civiles y abandonados de las autoridades espirituales. A esta realidad se acerca Jesús rompiendo todas las prescripciones rituales y los prejuicios sociales. Jesús dejándose «tocar» por los leprosos trae curación y salvación  a sus vidas, limpieza y comunión con Dios y con los hermanos a sus almas. Este es el «efecto» del perdón de los pecados, sacramento medicinal y sanador que Jesús ha dejado a su Iglesia, como una fuente de resurrección para todos cuantos a él se acerquen. Esta es, también, la experiencia del pecador que cuenta y canta la misericordia de Dios con él: «Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito» (Sal 31).

Para poder «tocar», hoy a Jesús, tenemos que tener la valentía y la humildad del leproso para «arrodillarnos» ante Él y «suplicarle»: «si quieres, puedes limpiarme». Esta secuencia de los hechos, describe perfectamente lo que acontece cuando nos acercamos a Jesús en el Sacramento de la Penitencia: Él, se deja «tocar» por nosotros, pecadores, y, a cambio, nos dice, «Quiero, queda limpio» o en su fórmula ritual: «Yo te absuelvo de todos tus pecados«. Necesitamos descubrir la importancia que tiene para el crecimiento en la vida espiritual el Sacramento del Perdón. Sólo cuando uno se siente perdonado, querido y amado por Dios en la debilidad y pobreza de nuestro ser pecador, experimentamos el amor y la paz en el corazón.

EL CAMPANARIO

LA CUARESMA: ¡CUARENTA DÍAS PARA PREPARNOS A CELEBRAR LA PASCUA!

El período que antecede al Triduo Pascual es la Cuaresma. Su objetivo es preparar la Pascua: la liturgia cuaresmal guía a las celebraciones del Misterio Pascual. Cuaresma, Pascua y Cincuentena constituye un acabado modelo de pedagogía eclesial para todo el pueblo cristiano. La celebración de la Pascua no es cosa de un triduo, no se resuelve en  un solo día, sino que se proyecta en una cincuentena pascual de 50 días. El documento eclesial que nos dice cómo hemos prepararnos para celebrar y vivir la PASCUA de la Congregación para el Culto Divino de 1988 nos habla de la importancia del tiempo litúrgico de la Cuaresma como un tiempo favorable, durante el cual se asciende a la santa montaña de la Pascua (cf. Preparación y celebración de las fiestas pascuales, n. 6). Esta misma comprensión teológica la encontramos expresada de este modo en el Prefacio I de Cuaresma que desarrolla el significado espiritual de este tiempo, al decir: “Por Cristo, nos concedes a tus hijos anhelar, año tras año, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que dedicados con mayor entrega a la alabanza divina y al amor fraterno, por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios”.

Tres imágenes de la Cuaresma: RETIRO, ESCUELA Y GIMNASIO. La Cuaresma es un retiro eclesial de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a los fieles el ejemplo que dio Cristo en su retiro al desierto, se prepara a la celebración de las solemnidades pascuales, con la purificación del corazón y una práctica perfecta de la vida cristiana. Es, pues, una cuarentena de preparación, por parte de toda la Iglesia, a la celebración del Misterio Pascual, mediante ejercicios y prácticas adecuados. El documento de 1988 pide que se “fomenten los ejercicios piadosos que responden al carácter del tiempo de Cuaresma, como es el Via crucis, y sean imbuidos del espíritu de la Liturgia, de suerte que conduzcan a los fieles a la celebración del Misterio Pascual” (n. 20). Fue san León Magno quien dio sentido a la Cuaresma: no es una simple conmemoración histórica, sino un revivir el misterio cristiano actualizando en la vida de cada fiel cristiano el Misterio Pascual.

La Cuaresma nos propone, cada año, volver a entrar en la ESCUELA para aprender, de nuevo, a vivir como cristianos. La Cuaresma nos propone en el marco del Año Litúrgico volver a  revivir toda la iniciación cristiana catecumenal. De ahí que esta catequesis de iniciación nos presente en cinco domingos las grandes catequesis del Catecumenado que a lo largo de los siglos prepararon al os catecúmenos para vivir su inmersión pascual en el Bautismo durante la solemne Vigilia Pascual. Los domingos 1º y 2º de Cuaresma, en sus tres ciclos, constituye un primer mensaje cristiano a partir de las tentaciones de Jesús (son tentaciones de catecúmenos y bautizados en el desierto de la vida) y de su transfiguración (es la gloria compartida en la cumbre la de la mantaña). La vida cristiana es una continua tensión o vaivén entre prueba y victoria, tentación y superación, desierto y montaña, noche oscura y día luminoso, ayuno y comida compartida, palabra de Satanás y Palabra de Dios, tierra y cielo, vida y muerte. La segunda etapa cuaresmal está constituida por los domingos 3º, 4º y 5º, especialmente los del ciclo A, corresponden al Evangelio de San Juan y son textos típicamente catecumenales: Jesús promete el agua viva a la samaritana, conduce al ciego de nacimiento a la luz de la fe y da la vida a Lázaro.

Sí, la Cuaresma 2021 nos propone “confinarnos en el GIMNASIO” para poner nuestra musculatura espiritual a tono y para ello nos indica tres ejercicios esenciales para conseguirlo: ayunar, orar y dar limosna, compartir nuestro dinero con los pobres y… ¡hacer todo esto sin hacer ruido, en silencio, sin que lo note la gente sino nuestro Padre que está en el Cielo y ve en lo secreto! Él nos recompensará.

MIÉRCOLES DE CENIZA: CELEBRACIONES

+ DÍA DE AYUNO OFICIAL PARA TODOS LOS CRISTIANOS: El ayuno es el signo sacramental de nuestra entrada en la Pascua. Se convierte en sacramento de nuestra comunión con el Cristo Pascual. El misterio que celebramos es Muerte y Resurrección. Por eso nuestra sintonía con Él es también muerte –renuncia, ayuno, sacrificio, y resurrección –aceptación de la vida nueva-.

+ HORARIO DE MISAS: Como la restricción del número de celebrantes sigue siendo 25, el Miércoles de Ceniza, para posibilitar que el mayor número posible de fieles puedan iniciar la Cuaresma solemnemente recibiendo la IMPOSICIÓN DE LA CENIZA, celebraremos las siguientes Misas: a las 9h, 10h, 11h y 12h por la mañana y a las 16h, 17h, 18h y 19h por la tarde.

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