La familia cristiana: un don de Dios | Hoja parroquial del 29 de diciembre

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA: Eclo 3,2-6.12-14; Sal 127; Col 3, 12-21; Mt 2, 13-15.19-23

«Cuando se marcharon los Magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate,  coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño matarlo. José se levantó, cogió al niño y a su madre de noche y se fue a Egipto… «

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En el plan de Dios  el hombre descubre  su vocación al amor que se realiza en el sacramento del matrimonio, verdadero fundamento y fuente de plenitud de la familia cristiana. El despliegue del matrimonio en la familia es expresión verdadera de la fecundidad del amor, que se ha de entender en toda su amplitud de una vida llena que se transmite, dando la vida, enseñando a vivir y transmitiendo esa vida eterna que es la herencia de los hijos de Dios. El amor conyugal que se vive en matrimonio está ordenado, por designio divino, además de a la unión entre los esposos, a la procreación y educación de los hijos; de este origen y finalidad deriva la identidad y la misión de la familia que se puede describir como: descubrir, acoger, «custodiar, revelar y comunicar el amor«.

            El origen de esta fecundidad está en Dios Padre, «fuente de toda paternidad» (Ef 3,15), Amor originario del que procede la vocación al amor. Cuando la Revelación habla de Dios como Padre y del Verbo como Hijo, ese lenguaje, que sirve para iluminar el misterio de la Trinidad, ayuda también a descubrir la identidad de la familia: una comunidad de personas llamada a existir y vivir en comunión. De esa manera el «Nosotros» divino constituye el modelo y la vitalidad permanente del «nosotros» específico que constituye la familia.

            En cuanto nace del sacramento del matrimonio, en la recepción común de un único don divino con una misión específica, la familia cristiana, en su vida y sus acciones, es signo y revelación específica de la unidad y la comunión de la Iglesia. La familia cristiana constituye, «a su manera, una imagen y una representación histórica del misterio de la Iglesia». Por eso está llamada a realizar, a su escala, la misión misma de la Iglesia. Es como una «iglesia en miniatura», y puede y debe llamarse también «iglesia doméstica«.

            Precisamente por esta íntima relación entre la familia cristiana y la Iglesia, la familia cristiana en cuanto comunión de personas es, por propio derecho, una comunión eclesial y un foco de evangelización. El primer elemento de la pastoral familiar es la misma vida cristiana de las familias.       La Iglesia, como sacramento de salvación de los hombres, necesita de las familias cristianas para llevar a cabo su misión. Existen dimensiones específicamente familiares de la evangelización que sólo se pueden llevar a cabo adecuadamente en el ámbito familiar y por el testimonio valiente y sincero de las familias cristianas.

            Como «iglesia doméstica» se da en la familia una realización verdadera de la misión de la Iglesia. La primera manifestación de esta misión es la transmisión de la fe. En este punto la familia, como comunión de personas, se ve como el lugar privilegiado para esta transmisión de la fe, de padres a hijos, por «contagio». Hoy, más que nunca, necesitamos familias evangelizadoras, ellas son las «protagonistas de la Nueva Evangelización».

EL CAMPANARIO

SANTA MARÍA,

 REINA DE LA PAZ

El Miércoles día 1 de Enero comenzamos un Año Nuevo. Lo comenzamos invocando sobre él la bendición divina e implorando, por intercesión de María, Madre de Dios y Reina de la Paz, el don de la paz para nuestras familias y las familias del mundo entero. El Mensaje del Papa Francisco para la 53º Jornada Mundial de la Paz es este: “La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica”.

“Debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca. El deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto”, lo escribe el Papa Francisco en su Mensaje para la 53° Jornada Mundial de la Paz, a celebrarse el próximo 1 de enero de 2020. El Mensaje del Santo Padre publicado el jueves, 12 de diciembre, está dividido en cinco puntos: “La paz, camino de esperanza ante los obstáculos y las pruebas; la paz, camino de escucha basado en la memoria, en la solidaridad y en la fraternidad; la paz, camino de reconciliación en la comunión fraterna; la paz, camino de conversión ecológica y se alcanza tanto cuanto se espera”.

En su Mensaje, el Pontífice señala que la paz, es objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda la humanidad. “La esperanza es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables”. Sobre todo, recuerda el Papa, cuando “los signos de las guerras y de los conflictos que se han producido, con una capacidad destructiva creciente, y que no dejan de afectar especialmente a los más pobres y a los más débiles”. Son muchas víctimas inocentes que cargan sobre sí el tormento de la humillación y la exclusión, afirma el Santo Padre, del duelo y la injusticia, por no decir los traumas resultantes del ensañamiento sistemático contra su pueblo y sus seres queridos.

Asimismo, el Santo Padre en la Laudato si’ afirma que, ante nuestra hostilidad hacia los demás, la falta de respeto por la casa común y la explotación abusiva de los recursos naturales necesitamos una conversión ecológica. El reciente Sínodo sobre la Amazonía nos lleva a renovar la llamada a una relación pacífica entre las comunidades y la tierra, entre el presente y la memoria, entre las experiencias y las esperanzas. Por ello, este camino de reconciliación es también escucha y contemplación del mundo que Dios nos dio para convertirlo en nuestra casa común. Además, necesitamos un cambio en las convicciones y en la mirada, que nos abra más al encuentro con el otro y a la acogida del don de la creación, que refleja la belleza y la sabiduría de su Hacedor.

Finalmente, el Santo Padre escribe que, “el camino de la reconciliación requiere paciencia y confianza. La paz no se logra si no se la espera”. Para ello es necesario creer en la posibilidad de la paz, de creer que el otro tiene nuestra misma necesidad de paz. En esto, podemos inspirarnos en el amor de Dios por cada uno de nosotros, un amor liberador, ilimitado, gratuito e incansable. Por lo tanto, concluye el Papa, es importante ir más allá de nuestros temores humanos, reconociéndonos hijos necesitados, ante Aquel que nos ama y nos espera, como el Padre del hijo pródigo. “La cultura del encuentro entre hermanos y hermanas rompe con la cultura de la amenaza. Hace que cada encuentro sea una posibilidad y un don del generoso amor de Dios. Nos guía a ir más allá de los límites de nuestros estrechos horizontes, a aspirar siempre a vivir la fraternidad universal, como hijos del único Padre celestial”.

Todos podemos ser artesanos y constructores de la paz. Que María Reina de Paz nos enseñe a vivir y sembrar la paz. ¡Que así sea, FELIZ AÑO NUEVO 2020!

NOTICIAS DE NUESTRA PARROQUIA

+ El Martes día 31 a las 23,45h terminaremos el año 2019 celebrando la Eucaristía y recibiremos el AÑO NUEVO 2020 dando gracias a Dios porque Él es el origen, guía y meta de nuestra esperanza.

+ El Miércoles día 1, suprimimos la Misa de las 9 de la mañana.

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