«Hineni – Aquedá» | Hoja parroquial del 28 de febrero

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA: Gn 22, 1-18; Sal 115; Rom 8, 31b-34; Mc 9, 1-9

“Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó  la palabra y le dijo a Jesús: Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías (…). Salió una voz de la nube: Éste es mi Hijo amado; escuchadlo”.

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El segundo Domingo de Cuaresma nos pone delante el Misterio de la Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor, “quien después de anunciar su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el esplendor de su gloria, para testimoniar, de acuerdo con la ley y los profetas que la pasión es el camino de la resurrección” (Prefacio de la Misa de hoy). De ahí que la primera lectura esté tomada del libro del Génesis y nos presente a Abraham sacrificando a su hijo Isaac. Los Padres de la Iglesia, ha visto en el sacrificio de Isaac, la figura de la pasión de Jesús, el Hijo único al que el Padre del Cielo “no perdonó sino que lo entregó a la muerte por nosotros, ¿cómo no nos dará todo con Él?” (Rom 8, 32).

En nuestro camino hacia la Pascua, somos  todos invitados, hoy, a coger nuestra Cruz y, apoyados en ella, estar dispuestos a sacrificar todo con tal de hacer la voluntad de Dios. Para ello nos es imprescindible aprender a pronunciar estas dos palabras que encabezan nuestro comentario homilético de hoy. Las dos palabras son: HINENI, que en hebreo signfica AQUÍ ESTOY, cuenta conmigo; y AQUEDÁ que significa ÁTAME, ayúdame a hacer tu voluntad, que nada ni nadie me lo pueda impedir. La primera respuesta atraviesa toda la revelación y es la actitud de todos los grandes amigos de Dios: Abraham, ante la llamada de Dios a salir de su tierra dice. HINENI, pero sobre todo, ante la petición de Dios para que sacrifique a su único hijo, dice HINENI; Moisés ante la llamada de Dios para que sacase a su pueblo de la esclavitud de Egipto dirá, también HINENI, cuenta conmigo; Samuel ante la llamada nocturna de Dios, dirá HINENI, heme aquí; la Virgen María ante el anuncio del Arcángel Gabriel, responderá HINENI, he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra; y , Jesús, ante la Cruz que se le presenta para entrar en la muerte, dirá, HINENI, Abba, hágase tu voluntad y no la mía. Ante tu cruz, la de hoy, el Señor te invita a decir. HINENI,  ¡aquí estoy para hacer tu voluntad!

Pero llegar a hacer la voluntad de Dios no es nada fácil, sobre todo, cuando aparece el fracaso, el dolor, el sufrimiento y la muerte. En el pueblo de Israel para que el sacrificio que se ofrecía a Dios fuera válido, la víctima tenía que ser mansa, no resistiéndose a la inmolación. De ahí que en el Targúm Neofiti del siglo I, es decir, la interpretación litúrgica de Gn 22 que se hacía en las sinagogas, se llega a afirmar que cuando Isaac estaba a punto de ser sacrificado por su padre, le dijo con voz fuerte: AQUEDÁ, es decir, “ÁTAME, átame fuerte, padre mío no sea que por el miedo me resista y no sea válido tu sacrificio y los dos seamos rechazados”. La tradición rabínica ha visto aparecer en esta escena el DON DE LA FE: “el Padre que sacrifica a su hijo y el hijo querido que le ofrece su cuello”. Y la tradición paulina lo ha interpretado como una figura de la pasión y resurrección de Jesucristo: “Por la fe, Abraham, sometido a la prueba, presentó a Isaac como ofrenda, y el que había recibido las promesas, ofrecía a su unigénito, respecto del cual se le había dicho: Por Isaac tendrás descendencia de tu nombre. Pensaba que poderoso era Dios aun para resucitar de entre los muertos. Por eso lo recobró para que Isaac fuera también figura” (Hb 11, 17-19). Sí, Isaac es figura de Jesucristo, quien ha pronunciado definitivamente el Aquedá en la cruz.

DESDE EL CAMPANARIO

La espiritualidad de la Cuaresma en sus prefacios

En sus cinco prefacios feriales, otros tantos dominicales, dos del tiempo de Pasión y el del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, la Iglesia despliega una catequesis mistagógica del más alto vuelo místico y, de paso, abre unos horizontes concretos que nos permiten caminar con paso firme hacia la Pascua, que es nuestra gran meta, pero a la cual no se puede llegar sin pasar por la cruz y la muerte.

He aquí esbozada la espiritualidad del “venerable sacramento” de la Cuaresma en sus Prefacios:

El gran horizonte de la Cuaresma: la Pascua y la filiación divina renovada: “Concedes a tus hijos anhelar, año tras año, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que, dedicados con mayor entrega a la alabanza divina y al amor fraterno, por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios”.

Jesucristo inaugurador de la penitencia cuaresmal: “[Cristo], al abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento, inauguró la práctica de nuestra penitencia cuaresmal, y al rechazar las tentaciones del enemigo nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado; de este modo, celebrando con sinceridad el misterio de esta Pascua, podremos pasar un día a la Pascua que no acaba”.

La penitencia espiritual: “Has establecido generosamente este tiempo de gracia para renovar en santidad a tus hijos, de modo que, libres de todo afecto desordenado, vivamos las realidades temporales como primicias de las realidades eternas”.

La práctica de negarnos a nosotros mismos en las privaciones voluntarias: “Con nuestras privaciones voluntarias nos enseñas a reconocer y agradecer tus dones, a dominar nuestro afán de suficiencia y a repartir nuestros bienes con los necesitados, imitando así tu generosidad”.

Penitencia corporal: “Con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espíritu, nos das fuerza y recompensa, por Cristo, Señor nuestro”.

Nuevo éxodo hacia la Pascua, a través del desierto cuaresmal: “Tú abres a la Iglesia el camino de un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal, para que, llegados a la montaña santa, con el corazón contrito y humillado, reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza, convocado para bendecir tu nombre, escuchar tu Palabra, y experimentar con gozo tus maravillas”.

La pasión y la cruz: “En la pasión salvadora de tu Hijo el universo aprende a proclamar tu grandeza y, por la fuerza de la cruz, el mundo es juzgado como reo y el Crucificado exaltado como juez poderoso.

NOTICIAS DE NUESTRA PARROQUIA

+ ORACIÓN COMUNITARIA DE LAUDES: Todos los días de Cuaresma, a las 6´30h de la mañana, iniciamos la jornada, con la oración de LAUDES en la Iglesia.

+ LECTURA ORANTE CON LA PALABRA DE DIOS: Todos los miércoles de 16,30h a 18,15h, en el Catecumenium, nos sumergimos en la Escritura para tener un encuentro con la Palabra de Dios

+ VÍSPERAS CON ADORACIÓN DEL SANTÍSIMO: Todos los jueves  a las 18h rezamos vísperas y tenemos un tiempo de adoración antes la Presencia Real de Jesús en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía.

+ VIA CRUCIS: Todos los viernes de Cuaresma a las 12h de la mañana, oración contemplativa del Via crucis. A las 15h (tres de la tarde), en la Capilla de las Oblatas, oración litúrgica de la hora de NONA

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