Adviento: velad, vigilad, esperad [Hoja parroquial del 2 de diciembre]

DOMINGO 1º DE ADVIENTO C:  Jer 33,14-16; Sal 24; 1ª Tes 3,12-4,2; Lc 21, 25-28

HP del 2 de Diciembre de 2018

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Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, y se os eche encima de repente aquel día, porque caeré como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra «.

Iniciamos un Año Litúrgico nuevo con la esperanza de que el Señor Jesús vuelva definitivamente a instaurar el Reino de Dios y llevarnos con Él. El tiempo del Adviento nos mete de lleno en esta expectativa escatológica y nos invita a gritar desde el corazón: ¡Ven pronto, Señor! ¡Maran attá! En la liturgia eucarística, todos los días, le decimos al Padre: «Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo».

¿Cómo esperamos la venida del Señor? Esta es la pregunta que tenemos que plantearnos los cristianos en este tiempo. La Palabra de Dios viene en nuestra ayuda y nos presenta  «cuatro modelos» de espera y esperanza: el del guarda o guardián que tiene a su cargo una casa o una hacienda, la mujer embarazada, el amigo del novio y el de un empleado asalariado.

El Señor nos invita a esperar aludiendo a la imagen de un robo nocturno: «Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela» (Mt 24, 42-43) y en Ap 3,3 se nos advierte: «Si no estás en vela, vendré como ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre ti«. Así pues, hemos de esperar al Señor con actitud de vigilancia permanente. La vigilancia, en este estado de alerta, supone una esperanza firme y exige una presencia de espíritu sin decaimiento que recibe el nombre de sobriedad.

Hemos de esperar la venida del Señor como una embarazada espera el momento del parto, sabiendo que puede suceder en cualquier momento, que se puede anticipar. Por tanto, somos invitados a vivir este tiempo con actitud de vela agradecida. Velar, que propiamente significa abstenerse del sueño, es la actitud que Jesús recomienda a los que esperan su venida y que la liturgia del Adviento nos hace presente al pedir al Señor que nos permita esperarle «velando en oración y cantando su alabanza«.

Otra imagen que Jesús emplea es la del amigo del novio que espera a que este vuelva, en medio de la noche. Es preciso mantener las lámparas encendidas y no dormirse porque no se sabe a qué hora llegará: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran» (Lc 12, 35-36) .

Hemos de esperar al Señor como al dueño de nuestra vida. Él nos la ha dado para que la administremos, pero llegará el día en que vendrá a pedirnos «cuentas» de cómo la hemos administrado y si nos encuentra despiertos «se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá» (Lc 12, 37).

EL CAMPANARIO

EL ADVIENTO DE LA MISERICORDIA

Iniciamos el Adviento 2018 bajo el horizonte de la Misericordia, confesando, con palabras de Zacarías, que «por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

La vivencia espiritual del Adviento nos prepara y ayuda para que dirijamos nuestros ojos al Rostro de la Misericordia  que es Jesús el Hijo de Dios que nació en Belén. Como nos recuerda el Papa Francisco, «en la plenitud del tiempo (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según el plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a él ve al Padre (Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona, revela la misericordia de Dios» (MV, n. 1). Así pues, la Liturgia del Adviento-Navidad-Epifanía nos invita a todos a hacer un «viaje espiritual» para contemplar el Rostro de la Misericordia (el Niño Dios), la Madre de la Misericordia (María), la Casa de la Misericordia (Nazaret, la Familia de la Misericordia (José, María y Jesús), la Puerta de la Misericordia (el perdón) y las Obras de la Misericordia (corporales y espirituales).

¿Cómo podemos vivir este Adviento de la Misericordia? Pues acogiendo el deseo del Papa Francisco, practicando vivamente las obras de misericordia: «Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a  Dios por los vivos y por los difuntos.

No podemos escapar a las palabras del Señor y en base a ellas seremos juzgados: si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al extranjero y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero (cfr Mt 25,31-45). Igualmente se nos preguntará si ayudamos a superar la duda, que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad; si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de personas, sobre todo los niños privados de la ayuda necesaria para ser rescatados de la pobreza; si fuimos capaces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido; si perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos cualquier forma de rencor o de odio que conduce a la violencia; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en la oración nuestros hermanos y hermanas. En cada uno de estos “más pequeños” está presente Cristo mismo. Su carne se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga … para que nosotros los reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado. No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: « En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor» (cf. MV, n. 15).

He aquí, el PROGRAMA DE VIDA CRISTIANA para este Adviento 2018. Vivamos este Adviento a la luz de la palabra del Señor: «Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso» (Lc 6, 36). El Papa nos pide que «en las parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, donde quiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un OASIS DE MISERICORDIA» (cf. MV, 12).

NOTICIAS DE NUESTRA PARROQUIA

+ LAUDES A LAS 6,30h DE LA MAÑANA: A partir del lunes 3, a las 6,30h de la mañana y durante el tiempo de Adviento nos reuniremos todos los días (excepto los festivos) para rezar y cantar las LAUDES en el Catecumenium.

+ CONVIVENCIA FINAL DE LA CATEQUIZACIÓN DE ADULTOS: Este fin de semana (del 30 de noviembre al 2 de Diciembre) se culminará la fase de evangelización con la Convivencia a la que acudirán el Equipo de Catequistas y nuevos hermanos que se incorporan a la 5ª Comunidad Neocatecumenal de la Parroquia. ¡Demos gracias a Dios!

+ ROSARIO CON RADIO MARÍA. Este martes día 4 de diciembre a las 19:30 el templo acogerá el rezo del Rosario en colaboración con Radio María, que grabará y emitirá nuestra oración. ¡Os animamos a participar!

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