Perdonar siempre | Hoja parroquial del 13 de septiembre

TIEMPO ORDINARIO DOMINGO XXIV: Eclo 27, 33-28,9; Sal 102 Rom 14, 7-9; Mt 18, 21-35

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Si me hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18, 21- 35)

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Saber perdonar y poder perdonar son dos de las experiencias religiosas más profundas que el hombre puede hacer a lo largo de su peregrinación en la tierra. Si el domingo pasado, el Señor nos hablaba de la necesidad de la corrección fraterna, hoy, nos invita al perdón de corazón sin reservas, ni límites. Ante la pregunta de Pedro: Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar?, en plan matemático, Jesús le dice a Pedro y a cada uno de nosotros, que hemos de estar dispuestos a perdonar siempre como Dios mismo nos perdona.

El Dios de la revelación aparece en el Salmo 102 de la Misa de hoy, como Aquel que perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. No está siempre acusando, ni guarda rencor No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas perpetuo.. Un Dios así, merece toda nuestra confianza, lealtad y fidelidad. Efectivamente, el Dios de Jesucristo es un Padre que ama al hombre pecador hasta la locura de permitir que su mismo Hijo muriera en lugar nuestro, de tal forma que podemos decir con San Pablo: “Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas?”(Rom 8, 31-32).

Perdonar siempre ha de ser una actitud frecuente en la vida de todo cristiano. El per-DON es el DON del Amor y, como tal, es un fruto del Espíritu Santo. San Pablo exhorta, frecuentemente a sus comunidades a vivir la praxis del perdón, poniendo como modelo y referente al mismo Jesús: “Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo(Ef 4, 32); “ “Soportándoos unos a otros, perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos unos a otros(Col 3,13). Si, en Jesús encontramos el modelo perfecto para saber cómo amar hasta el extremo y perdonar siempre, no solo a los que nos caen bien sino, también, a nuestros enemigos: “Jesús decía: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen(Lc 23, 34).

Solamente se aprende a perdonar cuando uno, previamente, ha experimentado el perdón de Dios en su propia carne y, sólo apreciamos la gracia del perdón, cuando hemos sido capaces de descubrir y confesar nuestros propios pecados. El gran engaño de nuestra generación es la de pensar y vivir como si el pecado no existiera y, por tanto, nadie se reconoce pecador. No es nueva esta situación, ya San Juan hace referencia a ella en una de sus Cartas: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos: No hemos pecado, le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero sin alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero” (1ª Jn 1, 8-2-2).

DESDE EL CAMPANARIO

¿POR QUÉ CONFESARSE CON UN SACERDOTE?

¿Por qué confesarse con un sacerdote? A esta típica pregunta ha respondido uno de los teólogos de mayor prestigio del momento, monseñor Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto (Italia). El prelado ha dedicado a este argumento una Carta que lleva por título «La reconciliación y la belleza de Dios».
El arzobispo describe el pecado como «amor replegado sobre sí mismo», que se niega a Dios, «ingratitud de quien responde al amor con la indiferencia y el rechazo» pero sobre todo mal real que «hace daño». «Basta mirar la escena cotidiana del mundo en el que abundan violencias, guerras, injusticias, abusos, egoísmos, celos y venganzas», llegando a producir «verdaderas estructuras de pecado», observa. «Por ello no se debe dudar en subrayar la gran tragedia que es el pecado y cómo la pérdida del sentido de pecado debilita el corazón ante el espectáculo de mal», advierte monseñor Forte, que en 2004 predicó los ejercicios espirituales cuaresmales al Papa Juan Pablo II y a la Curia romana.

«Pedir con convicción el perdón, recibirlo con gratitud y darlo con generosidad, es fuente de una paz que no se puede pagar. Por ello es justo y hermoso confesarse», reconoce.
«¿Por qué hay que confesar los propios pecados a un sacerdote y no se puede hacer directamente a Dios?», se pregunta. «Ciertamente uno siempre se dirige a Dios cuando confiesa sus pecados», comienza aclarando al dar una respuesta.
«Que sea necesario hacerlo ante un sacerdote nos lo hace comprender Dios mismo –añade–. Al enviar a su Hijo en nuestra carne, demuestra que quiere encontrarse con nosotros mediante el contacto directo, que pasa por los signos y los lenguajes de nuestra condición humana».
«Como Él salió de sí mismo por nuestro amor y vino a «tocarnos» con su carne, así estamos llamados a salir de nosotros mismos, por su amor, y a acudir con humildad y fe a quien nos puede dar el perdón en su nombre, con la palabra y con el gesto», es decir, «a quien el Señor ha elegido y enviado como ministro del perdón».
«La confesión es por tanto el encuentro con el perdón divino, que nos ofrece Jesús y se nos transmite por el ministerio de la Iglesia», afirma.
«Acércate a la confesión con corazón humilde y contrito y vívela con fe: te cambiará la vida y dará paz a tu corazón
», exhorta el arzobispo, miembro de la Comisión Teológica Internacional.
«Entonces, tus ojos se abrirán para reconocer los signos de la belleza de Dios presentes en la creación y en la historia y surgirá de tu alma el canto de alabanza», concluye Forte.

            El Papa Francisco nos recuerda a menudo  que «Dios comprende, atiende, no se cansa de perdonar. Dios no se cansa nunca de perdonar, pero somos nosotros los que nos cansamos de querer su perdón«.

NOTICIAS DE LAS PARROQUIAS

     + 25 PERSONAS, ¡AFORO MÁXIMO EN LAS CELEBRACIONES: Por orden de la Conserjería de Sanidad las celebraciones en las parroquias de la Ciudad de Salamanca no pueden sobrepasar los 25 fieles. El Obispo de Salamanca ha sacado una Nota pública en la que expresa su “perplejidad, el desacuerdo y el malestar” ante una norma tan arbitraria, incompresible, disuasoria y lesiva de un derecho fundamental de los fieles como es el de la libertad religiosa. ¿Cómo es posible que el aforo para un autobús será de 40 pasajeros o en un aula metan a 25 alumnos y en la Catedral o la Purísima, por poner un ejemplo, solo puedan entrar 25 fieles?

        + PRESBÍTEROS QUE NOS AYUDAN: Este Curso Pastoral 2020-2021 seguiremos contando con la colaboración de Don Pedro (Indonesia) y Don Francis (Camerún) en la pastoral de las parroquias.  ¡Damos gracias a Dios por su inestimable ayuda! También estará con nosotros Maximiliano (seminarista) completando su etapa pastoral antes de ser ordenado Diácono.

        + VALDELOSA: El Miércoles a las 12h Eucaristía y el Domingo a las 11,45h.

        + TOPAS: El Jueves a las 12h Eucaristía y el Domingo a las 13, 15h.

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