La primera celebración de la Eucaristía tras dos meses con la iglesia cerrada

Tras dos meses con el templo parroquial cerrado (desde el 14 de Marzo), lo primero que hemos visto de hacer era limpiar a fondo la Iglesia. El lunes 18 de Mayo, a las 17h, los equipos de liturgia de la Parroquia se reunieron en el templo para hacer dicha limpieza y dejar la Iglesia a punto para la celebración de la Eucaristía a las 20h poniendo disposición de los fieles el gel hidroalcohólico y señalizando los sitios donde poder sentarse para salvaguardar la distancia de seguridad.

            ¡A las 19, 30h he abierto la puerta de la Iglesia!, que ha quedado abierta ya durante el tiempo de la celebración de la Misa. La primera sorpresa que  me he llevado, ha sido las “peticiones” de fieles jóvenes para celebrar el Sacramento de la Confesión que ha tenido lugar, antes de la Eucaristía, en la Capilla del Santísimo. Los asistentes a esta primera celebración han sido 17 y se han colocado alrededor del altar guardando la distancia de seguridad, cada uno con su mascarilla puesta, también los dos presbíteros que hemos concelebrado la Misa.

            Mis primeras palabras al comenzar la homilía han sido recordar la exclamación del Salmo 121: “¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén” (vv. 1-2). En efecto, este ha sido el sentimiento de todos cuantos nos encontrábamos en la Iglesia, un sentimiento de gratitud a Dios por poder volver a celebrar los sacramentos (Reconciliación y Penitencia en la Eucaristía). Además, como tantas personas mayores y enfermos han seguido durante estos meses de confinamiento doméstico la Eucaristía, cada día desde sus casas conectándose a través de la plataforma digital Facebook a la Misa que he venido celebrando desde on line desde el 16 de Marzo, ayer, también, retransmitimos la Misa desde el templo parroquial siguiendo las orientaciones de nuestro Obispo.

            De la celebración en sí, puedo hacer dos observaciones muy positivas: la primera es que, ¡gracias a las recomendaciones sanitarias vamos a poder educar a nuestros fieles para que se acerquen al altar durante la celebración de la Misa!, y la segunda, que, todos hemos obedecido a las orientaciones dictaminadas por las autoridades sanitarias y pastorales: lavado de manos, entrada y salida del templo con orden y sin apelotonamiento, observancia estricta de la distancia de seguridad y  comunión en la mano.

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